Psicólogo Murcia: Fases por las que pasamos cuando hay una ruptura

En realidad, lo que vivimos los seres humanos ante las rupturas se llama DUELO. El duelo hace referencia al proceso que vive todo ser humano al tener una pérdida importante en su vida. La pérdida puede darse por muerte, por separación o ruptura, divorcio, amputación, pérdida del trabajo, entre otros.

Las separaciones son siempre traumáticas, aunque seas tú quien ha decidido acabar con la relación. Son años en común difíciles de olvidar y hay que aprender a enfrentarse a una nueva vida en solitario.

Tras una ruptura comienza un periodo estresante y complicado emocionalmente.

Aunque en un primer momento no te lo parezca y sólo veas un futuro gris, lo más seguro es que el cambio sea para bien. Lo importante en este momento es tomar las riendas de tu vida.

Las dificultades para superar esta etapa de desasosiego o la duración de la misma dependerán del grado de afecto que existía entre la pareja, de los años compartidos, de si hay hijos, y, sobre todo, de si la separación ha sido de mutuo acuerdo o no.

Cada persona asume la ruptura de una manera, pero influye en gran medida si ésta era esperada o si ha llegado de imprevisto.

En el primer caso, aunque también será dolorosa, es algo a lo que ya nos hemos ido haciendo a la idea, algo que hemos acabado valorando como positivo o como lo mejor.

En el segundo, el proceso de superación será más largo.

Las primeras semanas son las más difíciles, estás acostumbrado a una rutina en pareja que echarás de menos y que te dejarán muchos huecos y tiempo libre que al principio no sabrás cómo llenar.

Cuando una relación se termina no hay consejos o fórmulas capaces de ayudarnos a superar el desconsuelo. Sin embargo, aunque es cierto que las separaciones son dolorosas, no hay que vivirlas como un fracaso irreparable. Al contrario, es el un buen momento para hacer un balance de todas nuestras capacidades y valorar plenamente el presenta para que la vida continúe lo mejor posible.

FASES: Los sentimientos de la separación

Este proceso es vivido de manera similar en todos nosotros, y consiste en vivir varias etapas que deben ser vividas para poder decir: “ya elaboré el duelo… estoy tranquilo(a)”.

Según la persona estas etapas pueden durar más o menos tiempo, hay quien tarda en superar una etapa y por consiguiente la siguiente puede ser que la supere en un periodo de tiempo más corto.

 Las principales etapas son:

  1. FASE DE INSENSIBILIDAD O SHOCK

 Cuando hay una pérdida, incluso cuando esa pérdida se esperaba, siempre hay una sensación de que no es verdad. La persona se desentiende de la pérdida por un breve período de tiempo (entre unas pocas horas hasta una semana) y puede estar interrumpida por episodios de tristeza o cólera. La persona repite frases como: “Seguro que se arrepiente y vuelve conmigo”, “esto parece un sueño, quisiera despertar”, “no puedo ni quiero aceptarlo”.

 En esta fase, la persona puede seguir con su estilo de vida de una manera automática, con una leve sensación de ansiedad y temor.

En esta fase las partes suelen sentirse confusas, como perdidas en el espacio y en el tiempo; desorientadas, sin saber muy bien qué hacer, ni para dónde ir, y esto se acentúa si se trata de una situación no esperada o mínimamente aceptada.

Ante el dolor la mente reacciona para protegerse, manteniendo a esa persona en un estado de insensibilidad, aturdimiento. En esta etapa es difícil poner los pies en el suelo, puesto que nada parece real.

Cuando la mente ya ha tomado conciencia de la realidad, la tendencia normal es tratar de negarla o quitarle importancia.

  1. LA PROTESTA

Aquí comienzan a aparecer sentimientos contradictorios de angustia y rabia al mismo tiempo.
Se empiezan a recordar anécdotas vividas con la expareja significativas de la relación, momentos «buenos», «malos», «peores» y «maravillosos», tratando de encontrar culpables, causas o explicaciones que puedan dar algún significado a lo que acaba de ocurrir. A su vez, los padecimientos por la pérdida se agravan por el mandato social internalizado de tener que conservar a toda costa a la pareja y se aumenta más cuando se trata de un matrimonio. Este mandato es más fuerte para las mujeres las que por definición de género son designadas responsables del desarrollo armónico de los vínculos familiares.

Cada uno de ellos se cuestionará que podría haber hecho o dejado de hacer para evitar el desenlace, entonces aparecen también fuertes sentimientos de culpa.

  1. FASE DE DESORGANIZACIÓN DESESPERANZA Y DESESPERO

 Esta fase comienza cuando la negación de la ruptura comienza a decaer, se dan cuenta de que lo que ha pasado no es un sueño, ha pasado de verdad y no tiene vuelta atrás. La persona encuentra difícil funcionar en su medio sin el otro y comienza a sentir una gran desorganización.

En esta etapa las personas pueden presentar algún tipo de malestar somático o corporal, confusión, olvidos frecuentes, culpa relacionada con la pérdida o con las circunstancias de la separación, soñar con la persona, reacciones hostiles, incapacidad para funcionar como lo hacía antes de la pérdida, trastornos del sueño, trastornos alimentarios, aislamiento social, evitar recordatorios de la persona, llorar, entre otros.

En esta fase también se vive intensamente una gran variedad de emociones inestables como tristeza, rabia, culpa, ansiedad, impotencia y hasta alivio o tranquilidad.
En éste período la persona comienza a aceptar la pérdida, se siente muy deprimido, vacío, sin alguien a quien amar o con quien compartir, pero sin estar todavía en condiciones de reorientar sus afectos hacia otra persona.

Cuando los sentimientos de desesperación son muy intensos suelen eludirlos, iniciando apresuradamente un nuevo vínculo, el cual trae sus inconvenientes, dado que debe existir un tiempo de cicatrización entre un proceso y otro, para evitar que las nuevas relaciones se contaminen de la relación anterior, y los vínculos puedan ser realmente nuevos, las emociones frescas y el compromiso existencial pleno.

Cuando la negación pierde su razón de ser y la realidad se impone a nuestras esperanzas, se empieza a tomar conciencia de todo lo que la ruptura conlleva. Reconocemos la pérdida de la relación y de lo que implica estar en pareja, recordamos los buenos tiempos, y los sueños que parecen truncarse. A su vez, la situación personal cambia a nivel económico, social y familiar.

Al ser conscientes de todo esto, es normal tener cambios repentinos de humor, y una considerable falta de control emocional. Podemos sentir coraje o ira hacia nuestra pareja por el sufrimiento que nos está causando o contra nosotros mismos por no habernos dado cuenta de lo que iba a suceder o no haberlo impedido.

  1. TRISTEZA O DEPRESIÓN POR LO PERDIDO

Se empieza a sentir angustia o miedo ante un futuro desconocido y difícil, los problemas que han de ser resueltos, la soledad, el rechazo o crítica de la gente, etc. También se siente culpa por haber hecho ciertas cosas o por no haberlas hecho, y por el dolor que viven familiares sobretodo cuando hay hijos. También se da cierta vergüenza por habernos fallado a nosotros mismos y a la pareja, por no haber conseguido cumplir nuestras expectativas. O bien alegría, por haber terminado con los gritos, insultos y conflictos.

No existe un orden lógico en la intensidad o duración de estas emociones, en un mismo día, incluso, pueden darse varias de ellas, debido a que cualquier cosa que vemos u oímos puede despertar una emoción muy intensa.

  1. DESPEGUE Y RESOLUCIÓN

En esta fase la persona comienza a organizar su vida y a sentirse cómoda en el medio sin la otra persona. La tarea del duelo en esta etapa es la recolocación emocionalmente a la pareja y seguir viviendo. Esto no se trata de renunciar al recuerdo de la pareja, se trata de encontrar un lugar adecuado en nuestra vida emocional, para continuar con nuestra vida de manera normal y que no repercuta en nuestros sentimientos. “ Esta persona fue parte de mi vida pero ya no está y la vida sigue”.

Poco a poco se acepta y entiende lo que está pasando. Nosotros mismos nos damos explicaciones y justificaciones relacionadas con lo que estamos viviendo. De nuevo el mundo empieza a estructurarse y a tener un poco de lógica, pero seguimos sintiéndonos mal. Empezamos a tomar decisiones, pero aún muy emocionales, pero por lo menos la vida empieza a parecer más organizada. Es importante recordar que las emociones y los pensamientos no siempre van en la misma dirección. Y las decisiones emocionales, aunque inconscientemente, no suelen ser una buena opción,pero por lo menos es un paso hacia delante muy importante.

Se puede hablar de recuperación cuando la ex-pareja deja de estar presente emocionalmente en nuestra vida, nos sentimos tranquilos, dejamos de mirar hacia el pasado y empezamos a ver el futuro como algo positivo. Nos sentimos capaces de resolver los problemas que se presentan a diario y podemos disfrutar de nuestras actividades y relaciones.

La recuperación total se da cuando nos hemos perdonado y hemos perdonado a nuestra ex–pareja.

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